Cabo de la Vela: Una Aventura Inolvidable en la Guajira
Explorar el Cabo de la Vela es sumergirse en un paisaje único donde el desierto se encuentra con el mar Caribe. Recientemente, tuve la oportunidad de hacer esta excursión y cada momento estuvo lleno de experiencias inolvidables, paisajes de ensueño y una conexión profunda con la cultura wayuu.
El viaje comenzó temprano desde Riohacha, atravesando caminos de arena y vegetación árida en una camioneta 4×4. A medida que avanzábamos, el paisaje cambiaba y el viento caliente nos recordaba que estábamos en territorio guajiro. Hicimos una parada en Uribia, la capital indígena de Colombia, donde conocimos un poco más sobre la cultura wayuu y su estilo de vida.
Nuestra primera gran parada fue en el Pilón de Azúcar, una montaña sagrada para los wayuu. Subir hasta la cima fue un reto bajo el sol ardiente, pero la vista desde arriba valió totalmente la pena. Desde allí, contemplamos el mar en su máximo esplendor y las playas vírgenes que nos esperaban más adelante.
Después del descenso, nos dirigimos a la Playa Dorada, donde nos refrescamos en sus aguas cristalinas. El contraste entre la arena dorada y el azul profundo del mar creaba una imagen impresionante. Aproveché para relajarme y disfrutar del entorno antes de continuar nuestra aventura.
Por la tarde, llegamos al Cabo de la Vela propiamente dicho. Aquí, nos alojamos en rancherías típicas wayuu, donde dormimos en chinchorros (hamacas tradicionales). Antes de la puesta del sol, subimos al Faro, un punto estratégico desde donde se observa un atardecer espectacular. Los tonos anaranjados y rosados del cielo, reflejándose en el mar,
crearon un momento mágico que quedará grabado para siempre en mi memoria.
La noche en Cabo de la Vela fue especial. Compartimos una cena con pescado fresco y arepas mientras escuchábamos historias de la comunidad wayuu. El cielo estrellado, sin contaminación lumínica, nos regaló una vista impresionante de la Vía Láctea.
